Hasta el día de hoy, no hay ninguna señal de que el transporte aéreo y la industria aeroespacial, ambas punta de lanza y con un futuro muy prometedor para una economía emergente como la mexicana, estén entre las prioridades del segundo piso de la 4T, que empezará a funcionar en octubre, es decir, dentro de 42 días.
Mientras que temas como el agua, la salud, la minería y otros sectores -importantes todos, eso sí, pero sin agraviar a la presente-, ya tienen operadores, planes, mesas de trabajo, etc., la aviación y nuestra pujante industria en ciernes, parecen ser los patitos feos, a pesar de que son generadores netos de divisas, de empleo de alta calidad y de inversiones, ya sean extranjeras o nacionales.
Nadie, sin embargo, parece darse cuenta de ello. Claro, no es un asunto fácil, para poder encarar sus retos se requiere de profesionales del sector que sepan, que entiendan su papel dentro de una economía que está justo al lado del país que más genera en ambos rubros y que es como una turbina de enorme poder, capaz de entregarle al país miles de empleos y su entrada a las grandes ligas de los productores de alta tecnología. Para ello, desde luego, se requeriría de una visión de Estado, de largo plazo y una capacidad de hacer converger las necesidades y las soluciones: desde un plan estratégico que nos diga, por ejemplo, qué vamos a hacer con nuestros bilaterales. El México-Estados Unidos está próximo a ser revisado y hasta el momento no hay quién haya mencionado siquiera su importancia, como sí se ve -así sea un poco distante- la revisión del T-MEC.
Este bilateral está hoy un poco en cuestión por las decisiones unilaterales que el gobierno mexicano ha tomado en algunas cuestiones de aviación, como fue mandar a las aeronaves exclusivas de carga a operar en el Aeropuerto Internacional Felipe Angeles, sin atender a las peticiones de las empresas de esta especialidad que hicieron peticiones varias en el mecanismo de consulta de la Conamer (la Comisión de Mejora Regulatoria). Todas las empresas que participaron, y fueron muchas, pidieron un plazo de un año para mudarse, pero no se les hizo caso.
De ahí que el Departamento del Transporte de EU (DOT) se lo esté pensando bien antes de recomendar que se dé autorización a Delta y Aeroméxico de continuar con su alianza y en los mismos documentos ya se habla de repensar las libertades del aire que se han otorgado a un país que no toma en serio sus acuerdos bilaterales. Y no hablaban de Birmania sino de México.
Lo mismo ha ocurrido en muchos otros rubros, desde aeropuertos, logística de carga, talleres aeronáuticos, control de tránsito aéreo, investigación de incidentes y accidentes, seguridad operacional y de tránsito de personas y muchos otros asuntos que parecen olvidados.
Es difícil saber lo que ocurre en el cuartel general del próximo gobierno, pero las señales para el transporte aéreo y la industria aeroespacial no son buenas. Tal parece que México se sienta la “última chela de este estadio”, creyéndonos indispensables, sin entender que México tiene mucho qué ganar siempre y cuando nos pongamos las pilas para tener, por ejemplo, energías limpias. Seguiremos comentando. E-mail: [email protected]
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