En días pasados, el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México publicó en su página de internet la formalización de su extinción, para fusionarse con el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Ambas entidades fueron siempre una simbiosis, ya que desde su concepción en 1997 (que se concretó en 1998), se pensó en que el AICM debería constituir un grupo al estilo de los 3 privados que estaban privatizándose.
En aquellos años se crearon 3 grandes grupos para que los 35 aeropuertos con mayores posibilidades de desarrollarse quedaran en manos privadas, para capitalizarlos y hacerlos crecer. Estamos hablando de Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), Grupo Aeroportuario Centro-Norte (OMA) y Grupo Aeroportuario del Sureste (Asur). Cada uno de ellos tenía una mezcla de aeropuertos muy rentables y otros no tanto, pero se distribuyeron en grupos más o menos equilibrados, de 12 o 13 terminales aéreas.
El único que quedó sin privatizarse fue el AICM, justamente porque esta terminal ha estado inmersa en la pugna por su destino dentro del Valle de México. De los 60’s del siglo pasado a 2013 se dieron miles de discusiones, se mandaron a hacer estudios con los despachos más connotados del mundo, se defendieron y esgrimieron argumentos en favor y en contra de las alternativas aeroportuarias para servir a la zona central del país, ya fuera un nuevo aeropuerto, la ampliación del AICM o la construcción de un complementario para crear el Sistema Metropolitano de Aeropuertos (antes Sistema Aeroportuario Metropolitano o SAM, en épocas de López Portillo y De la Madrid).
No obstante, el instrumento que daría viabilidad al futuro aeroportuario del Valle de México era precisamente la figura jurídica del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), que durmió en un escritorio durante 15 años (del 98 al 2013) hasta que se encontró que esta figura permitía mantener el AICM, capitalizar las tarifas de uso de aeropuerto (TUA’s) y con ese dinero más parte del presupuesto federal, construir el de Texcoco y adquirir el de Toluca.
Al final, Texcoco se canceló y se construyó el Felipe Angeles, pero el GACM seguía existiendo. Se decidió crear el grupo Casiopea y dejarlo en manos de la Secretaría de Marina, se enlistaron en él al AICM, Toluca y cinco aeropuertos más, cuya rentabilidad es nula o muy escasa: Guaymas, Cd. Obregón, Matamoros, Colima y Loreto. Este será el Grupo Aeroportuario Casiopea y, entre otras cosas, deberá hacer frente al pago de los bonos respaldados por la TUA, de los cuales quedan por liquidar 3,700 millones de dólares.
Los otros dos grupos estatales son: el que está en manos de la Sedena y que tiene como cabeza el AIFA y Tulum, Chetumal, Palenque, Tamuín, Ixtepec, Uruapan, Puebla, Campeche, Cd. Del Carmen, Nuevo Laredo, Nogales y Cd. Victoria, así como el que queda en manos de ASA y su nuevo socio, Mota-Engil, con Tepic y Puerto Escondido.
Aunque es obvio que ambos conglomerados de grupos aeroportuarios (el privado y el estatal) no serán competencia, ya que la mayoría de los que están en el lado público no son rentables, el tema es más bien simbólico. Veremos si los nuevos grupos logran sacar adelante la misión de darle a sus infraestructuras una vocación y una rentabilidad a futuro.E-mail: [email protected]
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