No cabe duda que el cambio climático existe. Ya no hay ninguna duda de que los muchos impactos que ha sufrido el planeta con diversas técnicas de cultivos, uso indiscriminado de fertilizantes, abundancia de desechos tóxicos y de residuos en mares, ríos, bosques; tala de árboles, energías fósiles, emisiones a la atmósfera y demás, están cobrando la factura al ambiente y entre las emisiones que se han detectado como importantes y que hay que contener, están las que tienen que ver con el transporte aéreo.
De acuerdo con diferentes organismos, la contribución de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por parte de las aeronaves, es de entre 2.5 y 3% y entre esas emisiones y las de ozono, metano, óxido de nitrógeno, vapor de agua, aerosoles de azufre y las estelas de condensación, el transporte aéreo es responsable del 4% del calentamiento global.
Desde luego que entre los operadores aéreos hay conciencia de ello y desde el 2016 se estableció el Sistema de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA) en el seno de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que representa a los gobiernos del mundo y con el concurso de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) que agrupa a las 300 aerolíneas más importantes, armadoras de aviones, fabricantes de partes, proveedores de combustibles y demás.
La propuesta fue llegar a Net Zero (o sea cero emisiones de Carbono) para el año 2050.
Pero mientras eso ocurre se están estableciendo varias alternativas, como son los programas de ahorro de combustible, los de compensación, el desarrollo de los Combustibles Sostenibles de Aviación (SAF) y la investigación para adoptar nuevos propulsores de base eléctrica o de hidrógeno.
En el día de la Tierra, varias aerolíneas hicieron pronunciamientos en favor de continuar los esfuerzos para que las energías limpias sean las que en adelante impulsen al transporte aéreo. En tanto esto ocurre, sin embargo, el SAF es la alternativa que se ha previsto para que el combustible empiece a tener menos impacto sobre la atmósfera.
El SAF es un tipo de combustible que se fabrica con base en diversos tipos de desechos o de plantas no útiles para el consumo humano que se dan en áreas que no son utilizadas para otros cultivos. O sea, estamos hablando de un producto que, además de que tiene emisiones menos contaminantes, tiene un proceso de producción que contribuye a limpiar el ambiente al reusar desechos.
En este momento se tiene apenas una producción menor al 5% de las necesidades de SAF a nivel mundial. Países como Estados Unidos están apoyando con un importante subsidio gubernamental, pero sería necesario que esto se convirtiera en una política pública para muchos países, como México.
Entre las cosas que deben hacerse es diversificar las fuentes de SAF y que los propios pasajeros sean parte de la solución porque con la cantidad de producción actual el precio de SAF es muy superior al de la turbosina y esto incrementaría el costo de los boletos. Para alcanzar la masa crítica que haga bajar el precio es necesario aún mucho trabajo.
Esperemos que días como el de la Tierra sigan inspirando a quienes trabajan por cuidar del medio ambiente. Nuestra aviación lo merece. E-mail: [email protected]
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