Hace días, la senadora por Nayarit Gloria Núñez, de Movimiento Ciudadano, presentó una iniciativa ante la comisión de Defensa del Consumidor, para prohibir a las aerolíneas la sobreventa de boletos, además de imponer multas.
La sobreventa de boletos de avión es una práctica común en todo el mundo y las razones de ello tienen que ver con la sustentabilidad del negocio. Es muy frecuente que los viajeros no se presenten a abordar o que a la mera hora decidan no viajar, y si un asiento se va vacío, es como dejar que la fruta se pudra: no hay manera de recuperar ese dinero porque el asiento en un vuelo es un bien perecedero.
Esta práctica ha permitido que las aerolíneas puedan ofrecer tarifas flexibles para cambiar fechas y horarios, y permite también que otros viajeros que no compraron el boleto con mucha anticipación y están en lista de espera, tengan oportunidad de viajar.
La práctica no es ni buena ni mala, existe y ayuda a la economía de las aerolíneas y a los pasajeros les da muchas más oportunidades, ya que si no se permitiera la sobreventa, el pago por el boleto en una fecha y horario determinado sería rígido y en caso de no poder viajar, el pasajero perdería su dinero.
De acuerdo con datos de organizaciones del sector, como la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) que agrupa a casi 300 aerolíneas en el mundo, apenas un 0.1% de todos los pasajeros que vuelan tienen alguna afectación real derivada de la sobreventa y en México, la Profeco asegura que en 2023 sólo un 0.0004% de los pasajeros transportados se vio afectado por ello.
En cambio, para el sector del transporte aéreo y sobre todo para los pasajeros, esta práctica representa muchas ventajas, ya que la flexibilidad hace que se aproveche al máximo la capacidad de las aeronaves y distribuir entre todos los pasajeros los costos fijos de operación. Recordemos que los márgenes de rentabilidad de las aerolíneas son bajísimos y frecuentemente pierden o salen sin utilidades.
Crear más restricciones haría mucho más caro volar. Sólo echemos un vistazo a lo que está ocurriendo en el mercado de la zona metropolitana de la Ciudad de México, donde las limitaciones al AICM han encarecido los precios y reducido de manera drástica los vuelos a destinos nacionales, en particular a los mercados menos rentables.
Por otra parte, lo que las empresas aéreas suelen hacer cuando un vuelo está sobrevendido y sobre demandando, es otorgar a los pasajeros otras facilidades, como buscar voluntarios que quieran cambiar su vuelo a cambio de una compensación. Hay regulaciones en todo el mundo, incluido México, que obligan a las aerolíneas a resarcir el daño, no sólo con el importe del boleto sino con un porcentaje adicional, o bien, ofrecer un lugar en el siguiente vuelo disponible.
Por desgracia, no todo el mundo conoce el negocio, y el problema es que quien tiene acceso a hacer leyes, se puede equivocar e incluso presentar iniciativas para inhibir una práctica que es beneficiosa para todos. Tal vez la Senadora en cuestión se sienta afectada, pero es un hecho que este tipo de iniciativas debería pasar por el tamiz de los especialistas antes de crear más daño. ¡Ya bájenla! E-mail: [email protected]
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