Es un hecho: el Boeing 737 MAX dejará de fabricarse, tal vez tardaron mucho en decidirlo, tal vez era de esperarse que le dieran tiempo para asentarse, pero el hecho es que el MAX parece ser sólo la punta del iceberg de un problema más serio que enfrenta el gigante aeroespacial estadounidense.
El aparente suicido de John Barnett, el exempleado de la armadora que fue director de Calidad en la empresa y denunció fallas importantes en el proceso de armado del B- 787 Dreamliner, por lo cual, se supone, fue hostilizado hasta que se vio obligado a renunciar, causó estupor. Si hay alguna relación siniestra, sería un pésimo síntoma de descomposición, pero sobre todo, sería una más de las alarmas que tienen sumamente preocupados a la Administración Federal de Aviación (FAA) y a la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NSTB) y que ha obligado a ambas agencias a poner la lupa encima de Boeing en medio de la amenaza de judicializar los accidentes de Lyon Air y Ethiopian Airlines de 2018 y 2019, respectivamente.
La empresa había conseguido que la autoridad aeronáutica de EU no llegara a la investigación punitiva, siempre y cuando no existieran más evidencias de fallos en estos aviones durante un período de 3 años. Por desgracia, en enero pasado, la puerta de un B-737 MAX 9 de Alaska Airlines se desprendió en pleno ascenso y, pese a que no hubo ninguna fatalidad y el incidente no pasó a la categoría de grave, sí se convirtió en la gota que derramó el vaso.
Por ahora, la FAA puso a Boeing un plazo perentorio de 90 días (ya van 10) para presentar un plan de aseguramiento de la calidad de sus líneas de ensamblaje y para que analice las causas que llevaron al desprendimiento de la puerta del MAX 9, pese a que ya estuvieron en tierra todos los aviones de este modelo (apenas 90 entregados) hasta que se revisaran todos los remaches y tornillos de las puertas. Esto, sin embargo, causó varios problemas a las aerolíneas.
Por otro lado, otros incidentes motivaron que la misma autoridad aeronáutica tenga especiales reticencias a aprobar las innovaciones de la empresa en diversos modelos. La empresa ha respondido con despidos de personajes que han estado ligados a la producción y a los controles de calidad, para sustituirlos por nuevos directivos con credenciales impecables de responsabilidad, profesionalismo y excelencia técnica, pero no se sabe si este proceso tendrá efectos inmediatos pues se desconoce cuál es la profundidad de los problemas que se enfrentan.
Uno de ellos, ya se ha comentado, es la estrategia de contratar proveedores en áreas que constituyen el core de negocio y que tienen que ver directamente con la seguridad, lo cual ha sido una mala apuesta. Tan es así que la empresa se apresuró a adquirir las acciones de uno de sus principales proveedores, Spirit Systems, ya que uno de los puntos débiles en su cadena ha sido la falta de control en algunos procesos.
El resultado de todo esto ha sido que la producción y entrega de las aeronaves de Boeing se ha espaciado y eso en un entorno donde hay escasez de aeronaves en todo el mundo. La solución debe apresurarse. E-mail: [email protected]
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