Uno de los secretos mejor guardados de este sexenio ha sido los costos reales de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que se habría ubicado en Texcoco. Se han manejado cifras desde 112 mil millones hasta 470 mil millones de pesos. El problema es que no hay la menor transparencia en ello y esto no le ayuda al discurso oficial de un pretendido ahorro, tanto en costos de construcción como de mantenimiento.
Por una parte, se sabe que los bonos colocados entre 2015 y 2016 por el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) ascendieron a 6,000 millones de dólares. Esto, además de la inversión de una Fibra que no terminó de concretarse, equivalía más o menos a la mitad del costo de Texcoco, valuado en 13,000 millones de dólares desde el inicio de la construcción.
Al momento de cancelarse, a fines del 2018, la Secretaría de Hacienda, entonces liderada por Carlos Urzúa, se hizo cargo de la renegociación de esta deuda. En primer lugar, pre-pagaron 1,800 millones de dólares con un premio de 5 o 6 centavos por cada dólar de deuda. Después hicieron compromisos de pago por 4,200 millones de dólares a pagarse en plazos de entre 25 y 30 años (recordemos que los inversionistas eran de distintos mercados, desde Nueva York y Londres hasta Hong Kong).
Este arreglo implicaba pagos de 420 millones de dólares anuales procedentes de la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), sólo que en el camino olvidaron la cláusula que dejaba una parte de la recaudación de la TUA para labores de mantenimiento del AICM (lo que hubiera evitado el enorme deterioro), además de que -en caso de contingencia- el gobierno federal entraba como garante de la deuda, cosa que ocurrió durante la pandemia.
En noviembre pasado, según dice Moody's, el Fideicomiso del AICM, Mexcat , hizo una recompra de 480 millones de dólares, aprovechando un remanente de la recaudación, por lo cual se supone que hoy se deben poco más de 3,700 millones de dólares. En otras palabras, se supone que se debe menos, aunque la limitación de slots hará que se gestionen menos vuelos, menos pasajeros y por lo tanto habrá menos recaudación en el Fideicomiso, pero también en las rentas de locales, menos actividad en restaurantes y en servicios de taxis y demás, por lo que el aeropuerto requerirá más subsidio para gastos de mantenimiento de la infraestructura.
Por otro lado, no olvidemos que el AIFA se hizo bajo la consigna de que las ganancias que tuviera son para pagar las pensiones de las Fuerzas Armadas. El asunto es que hasta ahora no ha habido ganancias y en cambio sí es necesario darle mantenimiento a las instalaciones y pagar los costos de operación, lo que implica que como no hay dinero para las pensiones de los miembros de Sedena, hay que otorgarle presupuesto para eso y también para el mantenimiento del AIFA, de Tulum y de Mexicana. O sea, el gasto es mayor mientras estas actividades que se cobijan bajo GAFSACOMM, además del tren maya que también es deficitario, no logren ser rentables. ¿Lo lograrán? Es difícil poner un horizonte, pero no será pronto. E-mail: [email protected]
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