La Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) decidió levantar la restricción de vuelo a los Boeing 737- MAX 9, gracias lo cual Aeroméxico anunció que sus 19 equipos de este modelo reiniciarán operaciones pronto y esto es una excelente noticia no sólo para la aerolínea del Caballero Águila sino para toda la industria del transporte aéreo nacional.
Recordemos que vivimos una dura sequía de opciones para vuelos, causada en parte por la limitación de slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) que en sólo un año ha perdido el 30% de su capacidad debido a estas peregrinas ideas de que hay que limitar el aforo por una supuesta “saturación” que sólo existe en los estudios de Seneam y de la AFAC pero que, obviamente, se remite a los edificios terminales porque todo el mundo sabe que la capacidad de pista del AICM es de 61 operaciones por hora, de acuerdo a estándares de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y no de 43 como ahora se quiere imponer.
Los estudios de Seneam y de la AFAC se limitaron al tema de los edificios terminales, los cuales si bien son estrechos pueden crecer hacia los hangares abandonados de Aviacsa, Aeromar o el propio Hangar presidencial que -se supone- ya no opera. Y hay todavía más espacio hacia el lado del bordo de Xochiaca, donde se pueden ampliar edificios y evitar la saturación en tierra, que es el único argumento válido que se tiene para limitar operaciones.
Ya quedó claro que los vuelos que se quieren desviar al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles no van a funcionar por decreto. Algunos están empezando a jalar porque es natural que un nuevo aeropuerto empiece a crecer en su ámbito de influencia y si hay suficiente promoción de sus gerentes y/o directivos con aerolíneas, eventualmente crecerá porque en su área cercana, a 50 kilómetros a la redonda, hay 12 millones de personas, de las cuales 3 millones ya han viajado en avión y pueden seguir viajando. Pero no lo harán en masa y consuetudinariamente, sino que irán eligiendo esta opción en la medida que les ofrezcan vuelos accesibles y a los destinos que suelen acudir.
Mientras tanto, tampoco será fácil que el esquema de conectividad aérea del AICM pueda sobrevivir si se le sigue restringiendo. Lo normal es que, si hay una reducción del 30% de capacidad en los vuelos nacionales, las aerolíneas elijan aquellos destinos más concurridos y que le permiten a las empresas tener rentabilidad, porque las aerolíneas privadas viven de lo que venden y no tienen subsidios.
Por ahora se empieza ya a notar el incremento de precios en los vuelos, sobre todo en los que no son tan concurridos. Un vuelo León-México-León, puede llegar a costar 9 mil pesos; un vuelo a Mexicali en una low cost, 7 mil pesos sólo ida; uno más a Ciudad Obregón, sólo ida 6,500 pesos. Lo increíble es que un vuelo México-Madrid cuesta exactamente 6,100 pesos.
A veces, con la mejor intención, se cometen los errores más grandes. El AIFA, por mucho que se le quiera hacer crecer por decreto, ya ha cancelado varios vuelos por falta de pasajeros. ¿Alguien podrá explicarles cómo funciona? E-mail: [email protected]
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