La gran pregunta que los ciudadanos mexicanos se han hecho en los últimos tiempos respecto a la decisión de transferir terminales aéreas del sector Comunicaciones y Transportes a las fuerzas armadas, es por qué el Estado mexicano necesita deshacerse de una empresa, Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), que ya tiene más de 50 años y ha desarrollado no sólo aeropuertos, sino combustibles sustentables, pasillos telescópicos, aerocares y una muy importante red de distribución de turbosina o gasavión, que sirve a todos los aeropuertos del país (públicos o privados), la cual no es nada fácil de emular y le da buenos dividendos al gobierno federal.
Esta transferencia de aeropuertos a las fuerzas armadas ha hecho que muchos ciudadanos de a pie y especialistas en infraestructura levanten las cejas preguntándose cuál es la verdadera intención detrás de ello.
Estamos hablando de los Grupos Casiopea, que estarán en manos de la Secretaría de Marina y del GAFSACOMM, mejor conocido como Olmeca-Maya-Mexica. Entre ambos grupos estamos hablando de 20 aeropuertos. Para Sedena: el Felipe Angeles, Chetumal, Palenque, Tulum, Campeche, Ciudad del Carmen, Tamuín, Ixtepec, Uruapan, Puebla, Nuevo Laredo, Nogales y Ciudad Victoria. Para Semar, el Aeropuerto de la Ciudad de México, Toluca, Matamoros, Loreto, Guaymas, Ciudad Obregón y Colima.
Si sobreponemos estos 20 aeropuertos en un mapa de la República, estaríamos cubriendo prácticamente todo el territorio nacional, lo que nos habla de una intención que no tiene que ver con el desarrollo económico o social de las comunidades que rodean a la mayor parte de estas infraestructuras aeroportuarias.
Es claro que el AICM es el único aeropuerto de todos estos mencionados que es más que superavitario; de hecho, sería un excelente negocio si no fuera por los bonos colocados para construir su cancelado reemplazo, los cuales se supone que estarían a punto de ser recomprados y con ello se le dará a este aeropuerto el respiro que le urge, aunque al mismo tiempo se le adjudicarán otros 6 “hermanitos” a los cuales mantener, a través del Grupo Casiopea .
En el caso del Olmeca-Maya-Mexica, estamos hablando de 13 aeropuertos, entre ellos los nuevos AIFA y Tulúm que apenas empiezan a operar, aunque el gobierno federal los está dotando con un fuerte dispositivo regulatorio y de política pública para que las aerolíneas los abastezcan de vuelos. El resto son, en general, un lastre deficitario que tendrá que ser subsidiado, como hasta hoy lo habían sido, sólo que a través de lo que fuera ASA.
No se ve ni remotamente que los aeropuertos así asignados vayan a ser ya no un negocio, sino ni siquiera rentables, salvo el AICM, y tal vez Tulum, Toluca y Puebla si hay voluntad de promoverlos. Pero en realidad la intención no es, ni ha sido en este gobierno, que lo sean. La intención es crear una especie de contrapeso a los grupos aeroportuarios privados. Pero, más importante, darle a las fuerzas armadas el control territorial que esa infraestructura les ofrece, puesto que estamos hablando de aeropuertos reales y no pistas o aeródromos. No van a hacer aviación civil, salvo excepciones, y tal vez eso sea lo mejor porque es evidente que ese no es su fuerte. Ojalá que eso contribuyera a ofrecer mayor seguridad a los ciudadanos, ¿Será?
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