El viernes pasado, el presidente sorprendió a propios y extraños al declarar que el secretario de Transporte de los Estados Unidos le comentó a la canciller Alicia Bárcenas, de manera no oficial (sic), que esta semana se le otorgaría por fin a México la Categoría 1 en seguridad aérea.
El comentario se dio justo después de la visita de los auditores de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) donde, se supone, ya se desbrozaron todos los obstáculos que impedían acceder al estatus de cumplimiento de los anexos 1, 6 y 8 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
Pese a que el más reciente reporte del DOT, sobre el cumplimiento de los estándares, muestra solventadas la mayoría de las observaciones encontradas por los auditores de la FAA a lo largo de dos años y 7 meses (desde noviembre de 2020 que inició la auditoría de seguridad IASA), había un par de cuestiones que a la FAA le parecían cruciales, sobre todo una de ellas.
Nos referimos en primera instancia al asunto de Medicina de Aviación, pues aunque la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) sí cumplió con la recomendación de absorber el área para darle la especificidad que requiere (no es lo mismo hacer exámenes médicos a ferrocarrileros que a pilotos aviadores), lo cierto es que el rezago en la realización de estas pruebas, que son indispensables para revalidar licencias, es brutal.
En algún momento, la misma FAA comentó que la idea de absorber el área de Medicina de Aviación no era para que la propia AFAC realizara los exámenes, sino para que tuviera supervisión directa y se cerciorara de que dichos estudios estaban siendo aplicados de acuerdo a la normativa de la aviación civil.
Pese a algunos tropiezos en este tema, como el haber tomado como norma los requisitos que se le piden a los pilotos militares en EU y no ajustarse a lo que ya se estipula en México para los pilotos civiles, al final -trascendió- los auditores de FAA consideraron que el asunto va caminando y, si bien recomiendan poner celeridad para abatir el rezago y hacer más ágil el procedimiento, dieron como satisfactoria la buena voluntad que muestra la agencia al haber atraído el área a la AFAC.
La segunda observación es de más calado. Se refiere a la posibilidad de que la Ley de Aviación Civil, sobre la cual gravita uno de los puntos nodales de las inconformidades y observaciones de la FAA, que es que la AFAC tenga las atribuciones y facultades desde el punto de vista jurídico que le permitan realizar sus labores de supervisión de la manera más adecuada y con todos los requisitos legales para que no puedan ser modificadas fácilmente.
El problema es que todas las leyes que el Senado de la República aprobó el 28 de abril, entre las que se encuentra la de Aviación Civil, han sido impugnadas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Según se supo, esta incertidumbre sí provocó rechazo por parte de la FAA. No obstante, se dice -también de manera no oficial- que el nuevo director de la FAA, Michael Whitaker, preferiría llegar a su encargo sin pendientes de esta naturaleza. ¿Será? Lo sabremos muy pronto. E-mail: [email protected]
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