A veces se juntan el hambre y las ganas de comer, decían las abuelitas. Eso quiere decir que dos circunstancias que no van necesariamente concatenadas se articulan, lo cual potencia las consecuencias que cada una por separado tendría. En este caso, estamos hablando de la posible recesión y el alza del precio del combustible, además de la situación interna que, aunque no es alarmante, sí muestra puntos de preocupación por bajo crecimiento, cuellos de botella, algunas señales malas para el mercado y para terminar, aún no tenemos una política clara para la industria de transporte aéreo.
De acuerdo a las cifras de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), la decisión del gobierno estadounidense de recrudecer las sanciones para el petróleo iraní, está presionando de más el precio del petróleo, lo cual incide directamente en costos elevados, tarifas más altas, ocupación más baja y como consecuencia, una rentabilidad castigada.
En diciembre se estimaba un precio promedio del barril en 65 dólares para 2019 y un margen de ganancia de 4% (menor a ejercicios anteriores), pero si el precio sube a 75 dólares -lo cual no es remoto-, el margen puede caer a 3% y ya sabemos que esto implica malas noticias para una industria que tiene tantas vulnerabilidades y depende en gran medida del financiamiento que suele tener tasas altas.
Las ganancias de las aerolíneas han caído y el crecimiento se ha moderado en casi todas partes, excepto en América Latina, en tanto que el factor de ocupación ha bajado de 82.6% a 81.7% en los primeros meses, contra las cifras del año pasado.
Mientras tanto, en México tenemos datos del primer trimestre que nos muestran que de las 4 grandes, es decir, Aeroméxico, Interjet, Volaris y VivaAerobús, sólo Volaris no tuvo pérdidas, aunque sus ganancias fueron modestas, mientras que en cuestión de pasajeros sólo Aeroméxico decreció y esto se debe, entre otras cosas, a que su oferta de asientos se redujo por la salida de 3 Embraer en Connect y la bajada de vuelo de sus 6 Boeing 737-MAX en Aeroméxico, por el problema que tiene esta aeronave a nivel mundial.
En suma, las noticias no son del todo malas, pero el panorama tampoco es muy halagüeño. Interjet, como se sabe, ha pedido un crédito de varios millones de dólares para reestructurarse y deberá trabajar muy de cerca con sus empleados, pues en la época de la reforma laboral para mejorar los salarios y las condiciones contractuales en el país, no podría ir en contra de ese compromiso nacional. Esperemos que logren acuerdos buenos para todos.
Se dice que en los tiempos malos, las aerolíneas saben que vendrán mejores épocas y en las buenas, se preparan para el ciclo malo. Esperemos que todas estén listas para enfrentar esas alzas del combustible, la desaceleración económica que se espera y los cuellos de botella en infraestructura aeroportuaria, los cuales son llevaderos con desaceleración pero deberán descongestionarse antes de que venga el ciclo de crecimiento.
Por lo pronto, la Cofece hizo las veces de vocera de la Suprema Corte de Justicia, la cual otorgó el amparo a Delta para que sea la Secretaría de Comunicaciones y Transportes la que asigne los slots en el Aeropuerto de la Ciudad de México, lo que es congruente con las disposiciones constitucionales sobre la soberanía del espacio aéreo, como ya se ha comentado repetidas veces.
En ese sentido, conviene que las pautas IATA sobre el uso y gestión de slots (WSG), que se usan en todo el mundo y el AICM ha adoptado, sean las que rijan pero lo importante es que tengamos un aeropuerto bien gestionado y unas aerolíneas sólidas que sepan sortear los buenos y los malos momentos.
Lo oí en 123.45: Y también necesitamos una política de Estado de transporte aéreo consensuada, que incluya la solución para Mexicana.
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