Uno de los grandes problemas del transporte aéreo como industria es el combustible. De hecho, este insumo constituye el principal costo y tal vez el mayor reto hacia el futuro para la industria que –en opinión de los expertos– “está condenada a crecer como pocas en los siguientes años”.
Y es que, poco a poco, el transporte aéreo ha ido evolucionando y su crecimiento es una muestra clara de globalización. En el 2034, dice la Organización de Aviación Civil (OACI), tendremos 7 mil millones de personas volando cada año alrededor del orbe: para hacer negocios, para emigrar, para regresar o simplemente para turistear. En todo caso, esta cifra es semejante a la población actual del mundo.
La forma en que los aviones se moverán en el futuro es crucial. Cada vez que hay una crisis de combustible, cada vez que el precio del crudo se dispara, vemos cómo el transporte aéreo sufre las consecuencias con turbulencias que a veces han resultado en pérdidas económicas inmensas.
A esto se aúnan los efectos que los combustibles derivados del petróleo tienen sobre el cambio climático. Se estima que la contribución de las aeronaves comerciales a la contaminación por dióxido de carbono (CO2) es de entre 3 y 3.5 por ciento. Lo cierto es que desde hace años la industria de transporte aéreo (representada en la Asociación de Transporte Aéreo Internacional, IATA) y los gobiernos de 191 países que participan en la OACI han decidido tomar cartas en el asunto.
De ahí que, por segunda ocasión, estos países se reúnan. Esta vez lo hicieron en México, auspiciados por Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) que dirige Alfonso Sarabia de la Garza, para llevar a cabo la 2ª Conferencia sobre Aviación y Combustibles Alternativos (CAAF/2), cuyo secretariado encabezó el mexicano Roberto Kobeh González, expresidente de OACI y actual director de Seneam, como un reconocimiento a su liderazgo en el sector aéreo.
En esta ocasión, los representantes de los diversos países se centraron en cuatro temas: 1) desarrollo en investigación y certificación de combustibles sostenibles para la aviación (SAF, por sus siglas en inglés); 2) financiamiento y programas de apoyo; 3) retos y esquemas de las políticas públicas y 4) definición de la visión de OACI en torno a los combustibles y sus futuros objetivos.
En resumen, las delegaciones de los 191 países participantes acordaron iniciar la estandarización de regulaciones para combustibles alternos, la transición hacia un mercado de las alternativas y la producción de biocombustibles provenientes de fuentes renovables.
En esta reunión se expresaron las diversas visiones sobre el tema, que van desde la preocupación de los países europeos por desarrollar alternativas amigables con el medio ambiente, hasta la de Estados Unidos por hacer un mercado competitivo y con costos eficientes.
Lo que ha quedado claro, sin embargo, es la necesidad de trabajar conjuntamente en el tema y que exista un organismo (la misma OACI) que vigile y oriente el desarrollo de estos combustibles, que no sólo ayudarán a mejorar el medio ambiente, sino a hacer de esta industria un sector mucho menos vulnerable a los vaivenes del precio del petróleo, con lo cual sin duda alcanzará un estatus mucho más autónomo y sostenible.
Las propuestas del CAAF/2 serán presentadas ante el Consejo General de la OACI, cuyo presidente estuvo en el inauguración de esta reunión, para que el pleno de la organización las adopte e implemente. Gran cosa es que nuestro país se erija como el anfitrión de este tipo de reuniones enfocadas a transformar el mundo.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
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