Muchas cosas están cambiando en el mundo de los negocios gracias a las nuevas tecnologías y al acceso que cada vez más seres humanos tienen a ésta. Ello está mostrando su lado positivo con la creación de nuevas aplicaciones y el incremento en la oferta de todo tipo de soluciones a diversos problemas, pero también tiene un lado oscuro, pues implica para muchos la pérdida de empleos y vacíos legales que pueden crear escenarios peligrosos.
Hoy en día se discuten las consecuencias de innovaciones en servicios tipo Uber o Airbnb, o el uso del big data para detectar clientes y oportunidades de negocio. Y es un hecho que esto apenas empieza: hay incluso programas gubernamentales en muchos países para apoyar a las empresas en su proceso de digitalización.
Pero el rápido desarrollo de la tecnología está planteando también problemas de orden legal, ya que los procesos de legislación y normalización toman mucho más tiempo en aterrizar y no falta la legislación que queda obsoleta antes de que se promulgue, porque algún proceso tecnológico ha brincado a un siguiente nivel.
Un caso que toca a la aviación de una manera muy directa es el de los drones, o sistemas de aeronaves piloteadas a distancia (RPAS, por sus siglas en inglés), cuya proliferación en los años recientes ha motivado diversas revisiones a la circular específica emitida en el 2010, pero que ha llegado ya el momento de transformar para darle profundidad y amplitud con una visión de largo plazo.
La propia autoridad aeronáutica ha hablado de la necesidad de establecer marcos normativos más potentes y está por salir la Norma Oficial Mexicana en la materia, que se pondrá a consulta para darle vigencia lo antes posible.
El asunto es que la proliferación de estos aparatos y la sofisticación cada día más grande empiezan a plantear problemas en primer lugar de seguridad en el espacio aéreo, pero seguido de una serie de temas también de mucha importancia: el derecho a la privacidad, por ejemplo, o el uso que se le pueda dar a estos aparatos al hacer labores de vigilancia o de rastreo que sólo debieran estar reservadas a las autoridades.
La actual circular sólo tiene alcance para que los drones de determinado tamaño se registren y sus operadores cuenten con licencia de piloto, así como limitar su operación en ciertas áreas o el transporte de determinados objetos.
De acuerdo a la empresa española de tecnología y logística Indra, los drones crecerán de manera exponencial en los siguientes años, debido a las necesidades de vigilancia y de manejo de mercancías, entre otros usos crecientes.
Indra diseña aeronaves propias no tripuladas. Al momento tiene dos: el helicóptero no tripulado Pelícano con un peso máximo de despegue de 200 kg. Y un rango de 100 km, el cual sirve para tareas de vigilancia en tierra y en el mar puesto que se puede llevar en grandes buques. La otra es la aeronave Mantis, ésta de ala fija, que pesa 6 kg y es de muy fácil despliegue. Se usa para labores de vigilancia en áreas de 25 kilómetros. Pero la empresa española ya está trabajando en el desarrollo de un avión opcionalmente tripulado (el Targus) que está basado en una aeronave actualmente en operación para vigilancia marítima.
Sin duda que el futuro nos depara muchas sorpresas en este tema. Ya se habla de aeronaves comerciales no tripuladas, aunque como bien apuntan los profesionales de esto: está por verse que las personas quieran subirse a un avión que carezca de comandante. Y tienen razón: quienes cuidan nuestras vidas en el aire seguirán siendo insustituibles.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
[email protected]
twitter: @charoaviles
- Inicie sesión para enviar comentarios
Facebook comments