Pasar al contenido principal
28/11/2024

El ocaso del AICM

Juan A. José / Miércoles, 27 Marzo 2024 - 01:00

El día 19 de octubre del año 2020 iba a ser un día muy, pero muy especial para los aeronáuticos y aeroportuarios mexicanos al llegar la hora de la última operación de despegue o aterrizaje programado de aerolínea en el Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México (AICM), oferta que al día siguiente sería proporcionada desde el flamante y ambicioso Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). La intención era conservar en condiciones operativas unos días al AICM por si el inicio de actividades del NAICM sufría algún contratiempo mayor, después de lo cual, serían impactadas para no poder ya albergar despegues o aterrizajes.

Como parte entonces del equipo de trabajo del AICM me imaginaba como iba a ser su último día, al que veía como uno de frenética labor preparando la mudanza a Texcoco tal y como había ocurrido en eventos similares en los que, de un día para otro, el viejo aeropuerto da paso al nuevo caso, por ejemplo de lo sucedido con éxito en Atenas, Grecia; Denver, Estados Unidos; Hong Kong, China y Quito, Ecuador. Sin duda era algo que valdría la pena experimentar, además, a quienes nos tocara participar haríamos historia.

¿Qué tal si a la mera hora, es decir, a la hora del cierre, antes de salir corriendo hacia el NAICM con lo que nos tocase llevar con nosotros, alguien se aventaba la puntada de llevar unos mariachis al AICM para cantarle “Las Golondrinas”? Y es que, habiendo servido a los habitantes del Valle de México casi noventa años, creo que el aeropuerto se merecía no solamente ser despedido con música, sino con una dignidad muy distinta con la que el gobierno lopezobradorista lo está tratando, misma que se reflejó en el rostro de un vicealmirante Velázquez Tiscareño evidentemente molesto y frustrado al entregar recientemente la Dirección General de esa estratégica infraestructura de transporte.

Pero Texcoco no fue; una burla de “Consulta Popular” mediante y la necedad de construir el que le dicen AIFA canceló los planes de cierre de un AICM que cuatro años después se encuentra operativa, administrativa, comercial, financiera, arquitectural y estratégicamente en una virtual fase terminal, es decir en su ocaso.  La reducción artificial de la oferta mediante la eliminación de un número importante de asignaciones horarias para que opere un vuelo o slots, no solamente no ha logrado que ese “elefante blanco” uniformado de verde olivo que se construyó en Santa Lucía sea sostenible, sino que además está acabando con la viabilidad de un AICM que por lo menos cuando este columnista se desempeñó en él, generaba utilidades tanto a su operador como a sus clientes, tal y como era de esperarse de una infraestructura con el movimiento de aeronaves, equipos y personas que llegó a tener, por cierto, envidia de muchas otras terminales aéreas del mundo entero, comenzando por las latinoamericanas.

¿Quién nos iba a decir que un mismo local comercial en el AICM por el que peleaban los interesados para ganar dinero con el hacia el año 2019 dejaría de ser atractivo hoy día por falta de consumidores?  

Dicho de otra manera: muy al estilo de la mal llamada 4T, el AIFA no ha contribuido sosteniblemente en la atención de la demanda de aerotransporte del Valle de México, sino que le está partiendo la cara poco a poco, que es lo mismo que dolorosamente, a un AICM que insisto, se merece un mejor final del que está experimentando.

¿Realmente el final?

Así lo percibo, y es que más pronto que tarde, quien o quienes tomen las decisiones en el nuevo sexenio comprenderán que la operación simultánea del AIFA y el AICM no beneficia a nadie y decidirán cerrar el segundo, literalmente a punto de colapsar, ya sea para dar paso a una costosísima y políticamente resurrección del NAICM, cerrando Santa Lucía para operaciones aéreas tanto civiles y militares, opción que sería la ideal, pero inviable por el peso actual de los militares en la gestión pública, o a la ampliación del AIFA a su máxima capacidad a fin de albergar la totalidad de la oferta y demanda del AICM, algo que sin duda se puede lograr empleando las habilidades de una ingeniería civil mexicana que como el AICM alguna vez fue un orgullo para México y que como el país entero no está viviendo sus mejores tiempos conforme la corrupción en la asignación por parte del gobierno de las grandes obras de infraestructura, irónicamente la está destruyendo sus cimientos.

Mientras sucede lo que tenga que suceder, el hecho es que los aeronáuticos mexicanos seguiremos asistiendo al cada día menos atractivo espectáculo de las operaciones de despegue y aterrizaje en el AICM desde los espacios a nuestro alcance y conveniencia, mi caso la cafetería Skyline en la que las manifestaciones de tristeza hacia lo que está ocurriendo en las pistas y edificios terminales del aeropuerto, con justa razón, son cada día más frecuentes.

Es justo decir que algunos aeronáuticos civiles mexicanos, comenzando por quien firma esta columna, nunca le vamos a perdonar a López Obrador el haber atentado de la manera como lo hizo en su sexenio contra los mejores intereses del aerotransporte civil mexicano. Si a esto le agregamos el amor que le tengo a un AICM al que considero mi verdadero hogar, la cosa en materia de sentimientos personales hacia lo que le está ocurriendo, ahora sí que está muy fea, de ahí este tipo de entregas que estoy seguro resuenan en las conciencias de muchos de mis colegas del aerotransporte y los aeropuertos mexicanos.

“Los  artículos firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no reflejar  el  criterio  de  A21”

Facebook comments