Tuve la oportunidad hace unas semanas de llevar a mi hijo adolescente a visitar las instalaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) del taller de mantenimiento aeronáutico conocido como Mexicana MRO, por cierto, una de las valiosas herencias al aerotransporte mundial que nos dejó la verdadera y sin duda histórica y ya inexistente Compañía Mexicana de Aviación (CMA), cuyo nombre comercial y logotipos fueron adquiridos por el Estado Mexicano para su nueva militarizada aerolínea civil.
Vaya sorpresa la que se llevó mi hijo Simón al encontrar dentro de esos hangares y plataformas a aeronaves operadas por empresas aéreas de pasajeros y carga de primer nivel, muchas de ellas con matrícula “N”, es decir con certificado de aeronavegabilidad expedido por la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos, avalando la calidad en materia de seguridad operativa de lo que en este taller se les hace a dichas aeronaves.
Desgraciadamente el futuro del MRO de Mexicana está en entredicho conforme los trabajadores de esta organización, que no hay que olvidar, para efectos legales ya no tiene que ver con la extinta Compañía Mexicana de Aviación, están haciendo esfuerzos para posponer la fecha en la cual el fideicomiso, que actualmente maneja el taller en el marco de versiones que el mismo, estaría a la venta a tiradores nacionales y extranjeros con el objetivo de compensar a los trabajadores afectados en mayor o menor medida por todo lo que ha ocurrido en torno a CMA y subsidiarias postores, interesados entre los cuales destaca la Secretaría de la Defensa Nacional que ignoro para qué lo necesitaría a no ser por tener ganas de vincularlo a la nueva aerolínea estatal que controla, lo que no haría otra cosa que abonar a las pérdidas que el erario federal deberá asumir derivadas del capricho, no sé si presidencial, castrense o más bien de ambos de operar dicha aerolínea, la cual y eso me parece alarmante, y que bien puede convertirse una suerte de Caballo de Troya que les permita a los militares mexicanos hacerse del control no solamente de la aerolínea, aeropuertos y servicios de proveeduría de aviación, sino de virtualmente el transporte aéreo de pasajeros y mercancías de bandera mexicana, tal y como se es la idea por lo menos en la mente de algunos obtusos altos mandos militares con los que interactué, digamos, recientemente.
Lo cierto es que, “mientras es Chana o Juana” el MRO de Mexicana sigue proveyendo sofisticados servicios a los modelos de aeronaves y motores a los cuales está autorizada a prestarlos, generando empleos de alto valor y contribuyendo a que las finanzas de un cada día más maltrecho AICM, cuyas operaciones han sido reducidas artificialmente por el gobierno federal en turno, hay
que decirlo, sin otro fin que presionar a las aerolíneas y a sus pasajeros a emplear el Aeropuerto Felipe Ángeles de Santa Lucía. La operación del taller nos permite además a los cada día más aburridos spotters en el AICM tener la oportunidad de ver operando en el AICM las extraordinarias libreas y modelos que suele albergar en sus instalaciones para darles mantenimiento.
Es así que hago votos para que el MRO de Mexicana se siga ubicando, hasta donde sea posible, fuera de todo el cochinero legal que es todo lo que rodea la quiebra de la CMA, que no caiga en manos de los militares y que no solamente siga funcionando, sino hasta creciendo en favor de los mejores intereses de una industria aeronáutica mexicana en la que insisto, es toda una joya, y sobra decir, de los extrabajadores de Mexicana.
Habremos de estar pendientes de cómo evoluciona el asunto.
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