“En los momentos críticos, algunas veces un Capitán ve exactamente lo que desea ver” - Mr. Spock
Era el año de 1978, agosto, y estaba cubriendo la ruta entre México y Bogotá, a bordo de un DC8 y bajo el mando de mi querido Sergio “Chino” Gutiérrez. Estábamos a la altura de la Ciudad de Panamá, en medio de un clima muy malo, cuando el motor número 4 registró desplome de compresor y, un minuto después, vino un flame out (falla total del motor).
El aeropuerto que teníamos como alterno se encontraba cerrado por mal tiempo, de manera que sólo teníamos una opción: aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Tocumen, en la capital panameña.
Llevamos a cabo todos los procedimientos establecidos para la falla de motor mientras manteníamos un patrón de espera a 15 millas del aeropuerto esperando mejoría de tiempo para poder realizar nuestra aproximación y aterrizaje.
Después de casi media hora, la visibilidad mejoró por lo que el capitán tomó la decisión de intentar el aterrizaje. Encendió su famoso cigarro y me dijo “controles tuyos. Tú aterrizas”, lo que me tomó por sorpresa, tratándose de un aterrizaje con falla de motor y condiciones de mal tiempo. Pero, una orden es una orden y, tal como él me lo dijo, me hice cargo de los controles.
Veinte minutos después estábamos aterrizando bajo un fuerte aguacero y con un motor apagado en la pista 03 del aeropuerto de Tocumen.
Cuando llegamos a la plataforma de estacionamiento, agradecí a mi Capitán la confianza y me dijo que eso era lo esencial en una cabina de mando, especialmente cuando las cosas se ponen difíciles y añadió -mientras movía su asiento para atrás- que me había cedido los controles porque de esa manera él podía monitorear y supervisar, lo que le daría una mejor visión, una panorámica general más amplia de la situación para tomar decisiones, en lugar de estar concentrado al cien por ciento en volar el avión.
Les comparto esta anécdota debido a que actualmente se empieza a manejar esa misma filosofía de vuelo que se basa en la idea de que el capitán de un avión debería actuar más como un capitán de barco, observando, pensando, tomando decisiones y ordenando en consecuencia, en lugar de estar exclusivamente a cargo de los controles.
Esta idea fue publicada en el boletín de “Aviation Psychology and Applied human factors” en Inglaterra y nos dice que puede resultar más seguro que el piloto al mando ceda el control del avión a su primer oficial y dedicarse a supervisar la actuación del otro piloto así como las condiciones alrededor, en lugar de centrar su atención en volar a los controles, convirtiéndose al mismo tiempo en un observador activo que tiene bajo control la situación con una visión más amplia de todo lo que sucede, mejorando notablemente su conciencia situacional.
Este tema fue abordado por Stuart D. H. Beverdige de la Universidad del Sur de Galés, quien acumuló varios miles de horas de vuelo durante sus 11 años como piloto comercial y comenta que durante su entrenamiento inicial su instructor comparó su trabajo como piloto al mando con el que realiza el capitán Kirk desde el asiento de la nave estelar Enterprise, convertido en un observador y supervisor activo que delega el trabajo de control de su nave a su tripulación.
Este asunto no es ficción, pero el ejemplo resulta claro y fácil de comprender y está tomando verdadera importancia, siendo hoy un tema de amplia discusión entre pilotos con mucha experiencia en muchas partes del mundo.
Un buen número de académicos e investigadores están empezando a llevar a cabo pruebas en simuladores para seguir adelante con la investigación del factor humano como principio de esta idea, aunque algunos se oponen argumentando cuestiones de seguridad lo que por cierto, es el principal argumento de esta nueva filosofía de vuelo.
Basado en la experiencia de mi vuelo a Panamá, durante el transcurso de mi carrera como piloto comercial, algunas veces opté por ceder los controles a mis primeros oficiales en condiciones difíciles de mal tiempo o falla, con el objeto de tener una visión más clara y amplia de la situación sin tener que estar yo mismo al cien por ciento en el control del avión y debo decir que los resultados fueron muy satisfactorios porque pude observar “toda la película”, tomar mejores decisiones para ordenar las acciones necesarias y fui más asertivo.
Existen muchos paradigmas históricos y culturales en cuanto a liderazgo y aunque hoy hace falta mucho por investigar para establecer nuevos procedimientos y entrenamientos en consecuencia, me parece que la idea y esta nueva filosofía de ver, supervisar, pensar, decidir y ordenar sin estar a los controles podría traer magníficos resultados.
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