Pasar al contenido principal
01/12/2024

Artemis vs ILRS en la Luna, geopolítica en acción, astropolítica en ciernes

Fermín Romero / Viernes, 24 Mayo 2024 - 01:00

Por diversas razones la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPUOS), se encuentra actualmente en el centro del debate en torno a la nueva carrera espacial (NCE) hacia la Luna por parte de los dos bloques en pugna, el liderado por los Estados Unidos a través del NASA Artemis Program (con 40 socios actualmente) y el plan chino, la Estación Internacional de Investigación Lunar / International Lunar Research Station (ILRS), con 8 socios (Venezuela, Sudáfrica, Bielorrusia, Rusia, Azerbaiyán, Pakistán, Egipto y Tailandia); como claras expresiones de geopolítica en acción y astro política en ciernes.

Derivados de estas realidades jurídicamente insoslayables, existen cuatro asuntos sobresalientes que a continuación se detallan:

1. El marco jurídico. La COPUOS no ha creado nueva legislación espacial, sólo supervisa el marco existente (los cinco tratados del espacio que conforman el Derecho Espacial vigente, codificado en el seno de las Naciones Unidas), el cual es insuficiente ante la realidad actual y el veloz desarrollo de la ciencia y la tecnología espacial, incluida la carta magna del espacio, el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre que data de 1967 / Outer Space Treaty (OST). Técnicamente, este tratado garantiza que la exploración espacial sea pacífica y beneficie a toda la humanidad, por lo que la COPUOS, a través de la Subcomisión Jurídica, desempeña un papel crucial en la interpretación del OST en lo que se refiere a las actividades lunares actuales. Sin embargo, alrededor del tema “seguridad espacial” existen amplias divergencias entre los bloques en pugna por el liderazgo en el espacio y en la Luna. En 2023 en los trabajos de la Primera Comisión (1C) “Desarme y Seguridad Internacional” de la 78ª Asamblea General de las Naciones Unidas (AGONU), se buscó establecer dos grupos de trabajo de composición abierta (OEWG) relacionados con la prevención de una carrera armamentista en el espacio ultraterrestre, a cargo de la negociación de los proyectos de resolución aprobados por la 1C, para preservar la seguridad espacial. El proyecto de resolución patrocinado por el Reino Unido titulado “Reducción de las amenazas espaciales mediante normas, reglas y principios de comportamiento responsable” (documento A/C.1/78/L.15/Rev.1), fue uno de los cinco proyectos, sobre los aspectos del desarme del espacio ultraterrestre remitidos a la AGONU para su aprobación.

La AGONU recibió las deliberaciones realizadas en 2022 y 2023 por el OEWG sobre la reducción de las amenazas espaciales mediante normas, reglas y principios de comportamientos responsables, y decidió convocar, en Ginebra, un nuevo grupo de trabajo de composición abierta para continuar las negociaciones en 2025 y 2026 y, hacer recomendaciones sobre la prevención de una carrera armamentista en el espacio ultraterrestre. El proyecto fue aprobado con votación de 166 votos a favor, 9 en contra (Bielorrusia, China, Cuba, Federación de Rusia, Irán, Malí, Nicaragua, Siria, República Popular Democrática de Corea) y 5 abstenciones (India, Níger, Pakistán, Sri Lanka, Tayikistán). El proyecto presentado por la Federación de Rusia “Otras medidas prácticas para la prevención de una carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre” (documento A/C.1/78/L.55 ), requirió cinco votaciones por separado antes de su aprobación e hizo que la AGONU expresara su alarma por una carrera armamentista en el espacio ultraterrestre e instara a la Conferencia de Desarme a acordar un programa de trabajo equilibrado que incluyera el inicio inmediato de negociaciones sobre un instrumento internacional jurídicamente vinculante para la prevención de la carrera armamentista; y estableció un OEWG para el período 2024-2028 para hacer recomendaciones sobre elementos del necesario instrumento internacional jurídicamente vinculante.

El representante del Reino Unido presentó el proyecto sobre la reducción de las amenazas espaciales mediante comportamientos responsables, subrayando la urgencia de romper el estancamiento en la materia, ante los crecientes llamados a desarrollar normas, reglas y principios internacionales para abordar las amenazas a los sistemas espaciales e iniciar negociaciones sobre un tratado para garantizar la paz, la seguridad y la prevención de una carrera armamentista en el espacio ultraterrestre. El representante de la Federación de Rusia sostuvo que las medidas para impedir la militarización del espacio ultraterrestre se pueden lograr mediante un acuerdo multilateral jurídicamente vinculante, que contenga sólidos argumentos contra el emplazamiento de armas en el espacio ultraterrestre e incluya a todos los Estados con capacidades espaciales.

El proceso liderado por el Reino Unido recibió un gran apoyo de Estados Unidos, que también está presionando para que se establezcan normas de comportamiento responsable. En julio de 2021, el Departamento de Defensa (DoD) firmó un memorando formal no clasificado que incluyó cinco principios de comportamiento responsable en el espacio, en línea con la Estrategia Espacial de Defensa 2020 del DoD y la actual Guía de Planificación de la Fuerza Espacial de los EE. UU., que buscan garantizar la estabilidad espacial mediante la promoción de estándares y normas de comportamiento en el espacio exterior. De forma similar, varios estados europeos trabajan en principios para un comportamiento responsable en el espacio ultraterrestre y apoyaron esta resolución.

A pesar de que muchos Estados preferirían un nuevo instrumento jurídicamente vinculante para abordar las cuestiones de seguridad espacial y la inminente militarización del espacio ultraterrestre, la mayoría parece -por ahora- estar dispuesta a aceptar el desarrollo de normas de comportamiento, como primer paso. Las normas de comportamiento responsable pueden ser un buen primer paso para generar confianza y pueden desarrollarse aún más -en el corto y mediano plazo- hasta convertirse en un marco jurídicamente vinculante, que es la expectativa de la mayoría de los países.

2. La necesidad urgente de abordar y regular nuevas cuestiones. El Derecho Espacial vigente no lo cubre todo, especialmente en lo que respecta a la utilización de los recursos in situ (ISRU) en la Luna -en breve- y posteriormente en Marte, así como en otros cuerpos celestes en el espacio profundo. En ese terreno, la COPUOS actualmente facilita los debates, sin embargo, debe desempeñar un papel más proactivo (con el concurso de las delegaciones más activas y experimentadas), en la elaboración de nuevos Tratados y acuerdos multilaterales con visión de muy largo plazo, para abordar cuestiones relacionadas con la sostenibilidad a largo plazo de la actividad humana en el espacio.

El Grupo de Trabajo sobre los Recursos Espaciales proporciona a los Estados miembros y a los observadores permanentes en la COPUOS un foro para proseguir el diálogo internacional multilateral sobre los aspectos jurídicos de las actividades relacionadas con los recursos espaciales, elaborar principios y medidas prácticas para las actividades relacionadas con estos y evaluar los beneficios previstos y los medios de seguir desarrollando un marco internacional para las actividades relacionadas con la utilización in situ de los recursos espaciales. El objetivo es garantizar que las actividades relacionadas con los recursos espaciales se lleven a cabo de manera segura, sostenible y pacífica, en beneficio e interés de todos los países, independientemente de su grado de desarrollo económico o científico, y de conformidad con el derecho internacional.

Esta propuesta se basa en documentos de trabajo anteriores presentados sobre la cuestión de los recursos espaciales que han sido fundamentales para avanzar en el debate sobre la creación de un Grupo de Trabajo sobre Recursos Espaciales, en particular la propuesta conjunta de Bélgica y Grecia, sobre cuya base la Subcomisión de Asuntos Jurídicos decidió que se celebraran consultas oficiosas programadas en el 59º período de sesiones de la Subcomisión en 2020. El objetivo de esa propuesta fue facilitar el consenso para que la Subcomisión de Asuntos Jurídicos adoptara una decisión en su 60º período de sesiones sobre el mandato de un Grupo de Trabajo sobre Recursos Espaciales, incluido su mandato y un plan de trabajo claro y orientado a los resultados.

En el Informe de la Presidencia y Vicepresidencia del Grupo de Trabajo sobre los Aspectos Jurídicos de las Actividades relacionadas con los Recursos Espaciales del 63 período de sesiones de la Subcomisión de Asuntos Jurídicos (abril, 2024) observó una serie de elementos y cuestiones importantes entre los que destacan el carácter fundamental de las disposiciones del OST; los principios de no apropiación y de utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos; cuestiones relacionadas con la naturaleza y la finalidad de los recursos espaciales y sus beneficios potenciales tanto para la investigación científica como para el desarrollo económico; los aspectos económicos, ambientales y equitativos de las actividades relacionadas con los recursos espaciales; la protección de los intereses de los agentes espaciales actuales y futuros; aspectos éticos, indígenas e intergeneracionales; las medidas internacionales de coordinación y consulta; mecanismos de las autoridades responsables de la concesión de licencias; la participación del sector privado; aspectos relacionados con las inversiones y el comercio internacional; aspectos de la compartición de beneficios y los intereses de los países en desarrollo.

El Grupo de Trabajo convino que, a fin de avanzar en la labor del Grupo de conformidad con su plan de trabajo se invitó a los Estados miembros y a las organizaciones en condición de observadoras permanentes ante la COPUOS a realizar aportaciones que consideren pertinentes en relación con los elementos del conjunto inicial de principios recomendados para las actividades relativas a los recursos espaciales, a más tardar a finales de mayo de 2024. Lo que permitirá al Grupo preparar un proyecto inicial de principios recomendados para las actividades relacionadas con los recursos espaciales que se difundirá oportunamente a los Estados miembros de la COPUOS, a principios de enero de 2025. El Grupo tendrá una reunión en línea entre períodos de sesiones (a finales de enero de 2025) para empezar a debatir el proyecto.

En relación con la vigencia y aplicación de los cinco tratados de las Naciones Unidas relativos al derecho internacional del espacio ultraterrestre, algunas delegaciones opinan que la Subcomisión de Asuntos Jurídicos de la COPUOS es el foro adecuado para promover el desarrollo progresivo del derecho espacial para su utilización con fines pacíficos, y que es necesaria una mayor interacción con la Subcomisión de Asuntos Científicos y Técnicos para velar que las normas jurídicas ahí codificadas sean pertinentes y aplicables a las actividades espaciales actuales y futuras. De igual forma, algunas delegaciones opinan que, a la luz de la evolución, el potencial y la creciente participación del sector privado en las actividades espaciales, es necesaria y urgente la negociación de un instrumento internacional jurídicamente vinculante que defina y oriente claramente las actividades comerciales en el espacio ultraterrestre. Lo que jugará un papel importante en la mayor utilización del espacio ultraterrestre, en el estímulo a las actividades espaciales en beneficio de la humanidad, ayudar a velar que los derechos de los países en desarrollo se tomen en cuenta y que esos países no queden excluidos de los beneficios de la exploración espacial. Si bien los cinco tratados de las Naciones Unidas del espacio ultraterrestre constituyen la piedra angular del derecho espacial, es necesario seguir desarrollando y complementando los tratados para poder dar respuesta a las nuevas cuestiones que surgen día con día, como el New Space y el aumento de las entidades no gubernamentales y los agentes del sector privado que participan en la actividad espacial. A medida que las actividades espaciales evolucionan, las normas, reglas y principios también deben evolucionar.

3. La extracción de recursos minerales (minería espacial). En el 63 período de sesiones de la Subcomisión de Asuntos Jurídicos de la COPUOS (15-26 April 2024), durante el “Intercambio general de opiniones sobre los posibles modelos jurídicos para las actividades de exploración, explotación y utilización de los recursos espaciales” del Grupo de Trabajo sobre los Aspectos Jurídicos de las Actividades relacionadas con los Recursos Espaciales, presidido por Andrzej Misztal (Polonia) y mi amigo Steven Freeland (Australia) como Vicepresidente; varios países europeos, latinoamericanos y asiáticos -incluida China- presentaron su posición sobre la utilización de los recursos lunares. Normalmente, la COPUOS ofrece una plataforma para debatir las normativas para una minería espacial sostenible. La diversidad de opiniones (registradas en actas) permitió que algunas delegaciones -muy cercanas a los EE.UU.- expresaran que instrumentos como los Acuerdos Artemis constituyen “un punto de partida inicial y un conjunto de principios prácticos para orientar a los Estados en la exploración y utilización seguras y sostenibles de los cuerpos celestes y en las actividades relacionadas con los recursos espaciales”, de conformidad con el OST. Lo cual no impide ver lo evidente: los Estados Unidos se rigen mediante normas locales que velan por sus intereses y los de sus empresas, como la Orden Ejecutiva 13914, del 6 de abril de 2020, «Fomento del apoyo internacional para la recuperación y utilización de los recursos espaciales», emitida por Donald Trump, que reconoce la importancia de los «minerales raros» para garantizar el dominio económico, tecnológico y militar de los EE.UU. y que da sustento a los objetivos del NASA Artemis Program: “Principios para la cooperación en la exploración civil y uso de la Luna, Marte, cometas y asteroides para fines pacíficos”.

En contraparte, otras delegaciones expresaron que el OST es el instrumento que proporciona el marco básico del derecho internacional del espacio y contiene principios pertinentes para el debate sobre la elaboración de un marco comprensivo para las actividades relacionadas con los recursos espaciales, particularmente lunares y de Marte, es decir, que la exploración y la utilización del espacio ultraterrestre deben llevarse a cabo en beneficio e interés de todos los países y al mismo tiempo ser patrimonio común de toda la humanidad. La región lunar que ambos bloques ambicionan es el polo sur, debido a que contiene recursos que podrían sostener una base lunar con tripulantes, por lo que no sería necesario trasladar suministros desde la Tierra. También tiene hielo, que puede convertirse en agua y oxígeno para los humanos e hidrógeno en combustible para cohetes; esta zona del polo sur tiene acceso a la luz solar durante las 24 horas del día, es decir, una fuente potencial de energía solar.

Entre los aspectos relevantes de la NCE y el New Space en la Luna destaca la minería espacial. El avance en la tecnología espacial, la convierte en una industria cada vez más próxima a ocurrir. Los recursos minerales en la Tierra se vuelven cada vez más escasos, y el espacio es una fuente de minerales y metales valiosos aún sin explorar. Los asteroides, planetas y otros cuerpos celestes son depósitos de minerales como el platino, oro, níquel, diamantes, metales, tierras raras y agua, crucial para las misiones de larga duración al espacio profundo.

El valor de los minerales de un solo asteroide puede alcanzar billones de dólares, por lo que las implicaciones económicas de la minería espacial son considerables, lo que anima a las empresas y gobiernos a invertir en tecnologías de minería espacial, que a su vez conducirá a avances significativos que -sin duda- ofrecerán formas sostenibles y eficientes de extracción de recursos con aplicaciones en la Tierra. No obstante, la minería espacial aún enfrenta varios desafíos tales como la extracción de recursos en el hostil entorno lunar, temperaturas extremas y microgravedad, que requieren de tecnología robótica muy avanzada; el  marco legal que norma la extracción de recursos espaciales, el OST y el Acuerdo de la Luna (Artículo 11) establece que la Luna y sus recursos naturales son patrimonio común de la humanidad y que ninguna nación puede reclamar soberanía sobre la Luna o sus recursos naturales, lo que plantea dudas sobre la propiedad y la participación en las ganancias (aun cuando los EE.UU. no son Estado signatario de este Acuerdo). Así, la minería espacial aun es considerado un negocio complejo que requiere de mucha inversión, sofisticada tecnología, además de que ofrece un retorno de inversión (ROI) de largo plazo para los inversionistas.

4. Los desechos espaciales. Con el aumento de la actividad espacial por parte de más de 60 países (la membresía actual de la COPUOS asciende a 102 países), es crucial mitigar los desechos espaciales alrededor de la órbita baja terrestre (LEO); ante lo cual la COPUOS debe establecer directrices y las mejores prácticas en la gestión del tráfico espacial, para prevenir colisiones e impulsar iniciativas tendientes a limpiar los desechos existentes a través de la cooperación internacional; si no queremos enfrentar complicaciones extremas como el síndrome Kessler. De la misma manera en que la COPUOS promueve la colaboración en la exploración espacial, es importante, regular con legislación actual vigente, incluida la resolución “Reducción de las amenazas espaciales mediante normas, reglas y principios de comportamiento responsable”, tanto la actividad del programa Artemis, liderado por Estados Unidos, como la de la Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS) de China, ya que ambos bloques aspiran a una presencia lunar permanente.

En este ámbito es importante aplicar tanto las recomendaciones para mejorar la práctica de los Estados y las organizaciones intergubernamentales internacionales en cuanto al registro de objetos espaciales, establecidas en la resolución 62/101 de la Asamblea General, como las Directrices relativas a la Sostenibilidad a Largo Plazo de las Actividades en el Espacio Ultraterrestre de la COPUOS A/74/20 (anexo II), a fin de hacer frente al emplazamiento de las mega constelaciones (cientos o incluso miles de objetos espaciales no registrados), que podrían repercutir en la astronomía terrestre, la órbita terrestre y la atmósfera superior de la Tierra. Desde 2020, en la órbita baja terrestre las potencias espaciales están librando una batalla tecnológica satelital por la supremacía (civil y militar) en la que el DoD busca mantener su liderazgo (GPS) y opacar a la tecnología china (Beidou) utilizada por Rusia, Irán e India, entre otros países.

En general, la COPUOS -a través de sus dos subcomisiones- sirve de foro de debate y para la elaboración de normas que permitan garantizar un futuro pacífico y sostenible de la exploración lunar en el contexto actual de la NCE. El tema energético es de particular importancia a la luz de los planes rusos y chinos de instalar una planta nuclear en la Luna y “de apropiarse de sus recursos minerales”. Aunque el OST y el Acuerdo sobre la Luna establecen que la Luna es un bien común, Putin y Xi Jinping tienen otros objetivos, su plan dirige sus objetivos espaciales contra occidente, el NASA Artemis Program y la exploración lunar. La ambiciosa carrera entre las potencias espaciales por establecer una presencia humana permanente en la Luna tiene un nuevo rostro con la declaración rusa de que ha iniciado la construcción de una planta de energía nuclear, como parte la colaboración ruso-china, dos regímenes que unen fuerzas para crear la ILRS, complejo científico previsto para iniciar a edificarse en 2026. Según Roscosmos, se espera que la instalación de esta infraestructura nuclear crítica se realice entre 2033 y 2035. El proyecto conjunto de estos regímenes autoritarios en su carrera espacial contra occidente busca allanar el camino hacia la exploración lunar, Marte y más allá. China y Rusia han asegurado que su cooperación espacial abarca diversos dominios que incluyen la seguridad espacial, las misiones tripuladas conjuntas y el desarrollo de armas de inteligencia artificial, destacando la importancia de esta alianza en el ámbito de la defensa y la investigación científica.

El pasado 3 de mayo China lanzó su última misión a la Luna, Chang'e 6, apuntando al lado opuesto a la Tierra y escalando la apuesta para Estados Unidos y otros actores espaciales. La sonda enviada por la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA) está preparada para recolectar muestras de la cara oculta de la Luna, lo que convierte a esta misión en la primera de su tipo en la historia de la humanidad y forma parte del programa para llevar una tripulación humana a la luna en 2030. Como ya se analizó previamente, el comportamiento de China en el espacio -evaluado en los foros internacionales como la COPUOS- no parece desafiar las normas y principios existentes que rigen las actividades espaciales, al menos por ahora. De hecho, China se ha esforzado por presentarse como una potencia responsable en el espacio, pero en los hechos la interpretación es diferente.

La misión Chang'e 6 combina básicamente las dos misiones anteriores. El principal desafío es la ubicación, la Luna siempre gira de forma que mira hacia la Tierra el mismo lado, por lo cual, mantener comunicaciones con una nave espacial en el lado opuesto requiere que China establezca un satélite de retransmisión que orbite la Luna. Una de las cuestiones que genera suspicacias es que la nave espacial china Chang'e-6 parece llevar un vehículo lunar no revelado anteriormente como parte de los planes de exploración del lado lejano de la misión. China había revelado previamente sus objetivos, el lugar de aterrizaje y cargas útiles científicas para la misión antes del lanzamiento. No obstante, luego del lanzamiento, el fabricante de la nave espacial, la Academia China de Tecnología Espacial (CAST), reveló una imagen que muestra un rover acoplado al módulo de aterrizaje de la misión; lo que generó sorpresa pues se sabe poco sobre el rover, aunque en una publicación de la CAST se menciona un rover Chang'e-6, un pequeño vehículo equipado con un espectrómetro de imágenes infrarrojas. Esta carga útil analizará cómo diferentes minerales y compuestos absorben y emiten radiación infrarroja de formas características, para determinar la composición de las rocas, el suelo y el regolito en la superficie lunar, técnicas que podrían utilizarse en la detección de agua. No queda claro cómo descenderá a la superficie el rover, sujeto al costado del módulo de aterrizaje, podría soltarse o utilizar una escalera desplegable u otro mecanismo, ni si puede comunicarse con el módulo de aterrizaje a través de WiFi. Debido al reducido tamaño del vehículo y la corta vida útil del módulo de aterrizaje de la misión, es probable que el rover tenga un tiempo operativo y objetivos limitados. Cabe destacar que no es la primera vez que China incluye naves espaciales adicionales en sus misiones. El Tianwen-1 Mars (2020) de China también proporcionó una serie de sorpresas, primero lanzó una nave espacial desechable mientras se encontraba en su órbita de transferencia, tomando fotografías del orbitador Tianwen-1 en el espacio profundo en su camino a Marte, el rover Zhurong, que aterrizó en el Planeta Rojo como parte de la misión, también dejó caer una cámara, esta tomó imágenes del rover posando y usó WiFi para enviar imágenes al Zhurong.

Los planes de China y Rusia en la Luna frente al programa Artemis de la NASA guardan ciertas similitudes, tanto los planes de China y Rusia como el programa Artemis de la NASA tienen como objetivo principal el regreso de astronautas a la Luna en la próxima década. Los tres programas buscan avanzar en la exploración lunar y realizar investigaciones científicas en la superficie lunar, así como establecer alianzas de colaboración internacional. Las diferencias se identifican en los calendarios, Artemis tiene una ruta crítica más cercana, con un alunizaje tripulado previsto para 2025. China y Rusia apuntan a un aterrizaje tripulado en la Luna entre 2025 y 2035. En cuanto al enfoque, en el discurso público, Artemis se centra en la exploración científica y el establecimiento de una presencia humana sostenible en la Luna, aunque ya hay empresas desarrollando modelos de negocios para la economía lunar. Los planes de China y Rusia (ILRS) incluyen la posibilidad de minería lunar y la utilización de recursos lunares (ISRU). Artemis cuenta con una amplia red de 40 socios internacionales, incluyendo agencias espaciales, empresas privadas y organizaciones de investigación. China y Rusia han colaborado principalmente entre sí en sus planes lunares y cuentan con el apoyo de 8 países en la región. China y Rusia han anunciado planes para desarrollar la base lunar conjunta ILRS para el año 2035. Los planes de la NASA para una base lunar permanente se prevén a partir de 2030, a partir de la misión Artemis 7. Rusia y China han propuesto la instalación de una planta de energía nuclear en la Luna, una tecnología que no ha sido contemplada aún por la NASA. La NASA cuenta con un presupuesto espacial significativamente mayor que el de China o Rusia, lo que le da una ventaja en cuanto a la rapidez y dimensión de su programa lunar.

Entre los aspectos importantes a tener en cuenta destaca que los planes de China y Rusia aún están en desarrollo y podrían cambiar; el financiamiento y el apoyo político son factores importantes que pueden afectar el éxito de cualquiera de los dos programas espaciales aquí descritos, Artemis e ILRS; en cualquier caso, la cooperación internacional será crucial para lograr objetivos ambiciosos en la exploración lunar de ambos bloques espaciales en pugna EE.UU. y China. En general, los planes lunares de China y Rusia (ILRS) representan un desafío significativo para el NASA Artemis program. Los innovadores avances en la tecnología espacial y la exploración lunar nos ubican en los inicios del recrudecimiento de la competencia entre las potencias espaciales que reflejará características geopolíticas cuyas consecuencias serán una escalada en las amenazas y riesgos a la seguridad internacional en la Tierra así como en el ámbito de la astropolítica, con alertas a la seguridad espacial que implican riesgos de militarización y emplazamiento de armas de destrucción masiva en el espacio ultraterrestre, poniendo en riesgo a la humanidad y al planeta así como al medio ambiente espacial.  

De cara al futuro, la NCE entrará en una etapa intensiva en la que las estaciones espaciales privadas, las actividades comerciales en órbita, el turismo espacial, la economía cislunar y el establecimiento de las bases lunares permanentes permitirán lanzar desde la Luna la primera misión humana a Marte convirtiéndonos en una especie multi planetaria e interestelar. La NCE debe trascender la competencia política, económica, militar e incorporar la colaboración, innovación y una visión unificada para el futuro de la humanidad en una era en la que la exploración pacífica y la investigación espaciales se consideran cada vez más un bien común, lo que exige una gobernanza internacional sólida desde la COPUOS o si es necesario desde una Organización Internacional del Espacio que deba crearse, para garantizar el uso equitativo y sostenible de los recursos espaciales. A medida que nos aventuramos en estas nuevas fronteras, la exploración espacial se vuelve parte integral de nuestra vida diaria y esta evolución perfila al espacio como un dominio compartido por toda la humanidad.

“Los  artículos firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no reflejar  el  criterio  de  A21”

 

Facebook comments