Fuera del tema de la infraestructura aeroportuaria en el Valle de México, las propuestas en materia de aviación han sido poco más que generalidades en las campañas electorales. Desde luego que el asunto es muy técnico como para enredarse en explicaciones, dentro del escaso tiempo que se tiene en una campaña política.
En cuanto al futuro de los aeropuertos del Valle de México, la candidata de Morena se ha apegado a la política actual en cuanto a ampliar el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), sin especificar qué sucedería con el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y menos con el de Toluca (TLC). Ya ni hablemos de Cuernavaca o Puebla, soslayados desde hace décadas.
Por su parte, la candidata del Frente Opositor se ha referido a que estudiará la posibilidad de que se retome el Aeropuerto de Texcoco, aunque sin mayores detalles. De Máynez no se sabe su postura pero, como hemos comentado, no parece que la aviación sea un tema de la campaña y eso es lo lamentable.
La aviación mexicana está en serio peligro de depauperarse aún más de lo que ya está. La falta de una visión de largo plazo la está arrinconando porque las decisiones de los diversos gobiernos federales (y a veces las intervenciones de los estatales) la han dejado sin rumbo y sin sustento para el futuro. No es un problema de este sexenio, sino -desgraciadamente- de la falta de conocimiento de lo que representa el sector para un país al que le urge infraestructura de transporte y aerolíneas que acompañen los planes de crecimiento y, si nos apuran mucho, de lo que los políticos no se cansan de apuntar como la alternativa del futuro, o sea, el nearshoring.
Pareciera que no hemos sufrido dos veces en los últimos 15 años, una degradación de nuestra autoridad aeronáutica a la Categoría 2 de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA). Dos veces -2010 y 2021- se han sufrido las consecuencias económicas, técnicas y hasta de reputación, de no cumplir con lo que estipulan los anexos relativos a los criterios en la FAA, de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
Esto de por sí debería ser motivo de una reflexión a fondo en los equipos de campaña. Pero no sólo de las presidenciales, sino de todas. La aviación es un sector que le compete a todo el país, todos los estados de la República tienen uno o dos aeropuertos y muchos son deficitarios por falta de una visión de Estado que les dé una vocación que los haga viables y, sobre todo, útiles a las poblaciones donde están ubicados.
Y más allá de las posibles penalizaciones por no cumplir, no parece haber una conciencia real de que el transporte aéreo es una herramienta de competitividad global. Tener un aeropuerto o una aerolínea SOLO por tenerlos, sin un plan de conectividad, sin pensar en el desarrollo de la zona a la que sirven, y si se tienen no explicarlo, es un triste panorama que representa lo poco que se valora la derrama económica de este sector, lo importante que es para desarrollar el turismo, el comercio y el intercambio con otros pueblos. Esperamos más de nuestros futuros gobernantes. E-mail: [email protected]
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