El desastre en Acapulco pone a prueba la capacidad no sólo del gobierno y las empresas para hacer frente a fenómenos naturales que cada día son más intensos, sino también de las comunidades que están expuestas a este tipo de contingencias y que rara vez tienen toda la protección que se requiere, pues es evidente que el cambio climático va subiendo la apuesta año con año.
En estos momentos, el transporte aéreo muestra su importancia pues, aunque en el caso de Acapulco las primeras 24 horas apenas la Fuerza Aérea y la Marina pudieron usar sus respectivas infraestructuras de forma muy limitada, a partir del viernes pasado la aviación comercial mexicana se hizo presente y ha estado apoyando todos los días, transportando desde la Ciudad de México ayuda humanitaria y personal de asistencia, como médicos, rescatistas, enfermeras, técnicos y demás, y de regreso a todos aquellos que se quedaron varados en este puerto o que, dentro de la tragedia y la pérdida de sus hogares, decidieron salir de esa localidad para ir a buscar el auxilio de su familias en otros lugares del país.
Hasta el miércoles, se habían llevado a ese puerto a 360 personas en misión humanitaria y de regreso, 2,054 regresaron a la Ciudad de México, aunque al inicio del puente aéreo fueron muy pocos los viajeros que se enteraron de ese servicio gratuito de parte de las tres aerolíneas nacionales: Aeroméxico, Viva Aerobús y Volaris. Es notorio que ningún avión que no fuera operado por aerolíneas mexicanas ha estado en el puente aéreo, ni ha llevado un gramo de ayuda para los damnificados de este fenómeno meteorológico.
Aquí es donde se prueba la importancia de que México tenga su propia aviación y que mantengamos siempre un transporte aéreo cuyas decisiones no estén fuera de nuestras fronteras. Cuidar a las aerolíneas nacionales es también un asunto de sobrevivencia.
Por otra parte, el aeropuerto Internacional de Acapulco, el Juan N. Alvarez, que es operado por Grupo Centro Norte (OMA) aunque sufrió daños en su equipamiento, estructuralmente salió bien y listo para servir de apoyo, pese a que su torre de control quedó desecha, lo cual no fue obstáculo para que siguiera funcionando con los equipos que se encontraban en el piso inferior.
El mismo viernes llegaron controladores de la CDMX a auxiliar a sus compañeros de la estación Acapulco y el servicio no se ha interrumpido, aunque no funciona de noche. Estas infraestructuras le prestan un servicio a la población y al país.
En ese sentido, es importante que los aeropuertos que ya existen tengan muy claro cuál es el servicio que van a prestar. Entre los que hay en la zona metropolitana del Valle de México parece que el de Puebla sigue sin tener claro su futuro. Recientemente los habitantes de los municipios de Huejotzingo, Tlaltenango y Juan Bonilla se reunieron con el senador Alejandro Armenta para sensibilizarlo del potencial de ese aeropuerto y encontraron bastante eco. Ya es hora de que se integre al sistema y que por fin logre despuntar como se merece.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio. E-mail: [email protected]
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