Mientras en Cancún se lleva a cabo la reunión de líderes de la industria aérea de América Latina, que organiza la Asociación Latinoamericana de Transporte Aéreo (ALTA), una resolución del gobierno mexicano exige a los turistas de diversos países (fuera de los Europeos, de la alianza del Pacífico o de América del Norte) volar a México con visa y/o con residencia en las naciones no penalizadas, así sea sólo para conectar hacia otro país.
Las aerolíneas de la región buscan que los gobiernos de la zona agilicen el tráfico de pasajeros, reduzcan impuestos, remuevan barreras, impulsen la construcción de infraestructura y aún más, que apoyen los esfuerzos de la industria para cumplir compromisos ambientales, como el uso progresivo de combustibles de aviación sostenibles (SAF), para que en el 2030 al menos la mitad del combustible que consumen los aviones estén descarbonizados y que en 2050 se llegue a tener una industria con cero emisiones de CO2 (NetZero).
Al mismo tiempo, sin embargo, los altos directivos de las aerolíneas tradicionales reconocen que en América Latina no hay ni el dinero ni la viabilidad inmediata para producir el SAF, a pesar de que hay muchos proyectos en ese sentido (más de 130 en la región) pero ninguno tiene, hasta la fecha, un programa de producción. Por ahora debe comprarse en otros países para hacer vuelos desde Estados Unidos o desde Europa hacia Latinoamérica y no se ve muy cerca (se haba de al menos 10 años) el momento en que se tenga disponible en nuestros países.
Por otro lado, existe como siempre esa dicotomía entre crecer y hacerlo con las mejores prácticas de sostenibilidad. En los años recientes, el 77% del crecimiento de la aviación en esta zona del mundo se debe a las aerolíneas de bajo costo. Pero querer boletos baratos al tiempo que se requieren inversiones para combustibles ecológicos, se ve muy poco sostenible.
Este es, quizás, uno de los retos más grandes que tiene la aviación en la región. Algunos líderes de empresa consideran que si se lograra duplicar la producción de SAF que existe en este momento (y que corresponde al 1% de las necesidades de la industria) se podría empezar a hablar de mejores precios de ese combustible.
Pero nadie garantiza que esto se logre con tan poco volumen, máxime si las aerolíneas de otras regiones van a demandar de manera creciente el nuevo insumo ante los compromisos -esos sí- de sus gobiernos o de sus sociedades, como ocurre en Estados Unidos y en Europa, pero se ven por ahora constreñidos a los presupuestos gubernamentales que, en el caso de Estados Unidos, está aún en litigio en el Congreso.
En Europa, el activismo en favor del uso del tren para evitar vuelos de corta distancia puede restringir la oferta, aunque muchos ciudadanos están dispuestos a aportar más dinero por el boleto que incluya uso de combustible sostenible.
América Latina tendrá que ver cómo sortea estos retos, pero es claro que sólo se sostendrá el crecimiento del transporte aéreo en la medida en que los gobiernos de la zona comprendan los beneficios que les aporta en cuanto a divisas por turismo, comercio e incluso tránsito. Lo malo es que muchos gobiernos no quieren ni enterarse. E-mail: [email protected]
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