En unas semanas más, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) celebrará un simposium, donde se hablará de la necesaria Cooperación en la Aviación Global (GACS), así como la instrucción de los recursos humanos, con el objetivo de que la industria del transporte aéreo y la de desarrollo aeroespacial, estén listos para enfrentar los grandes retos que se le presentan a este sector en los siguientes 25 años.
Se trata de lograr una conjunción de esfuerzos entre gobiernos, agencias internacionales, empresas privadas y grupos de profesionales, que reflexionen y encuentren apoyos y nuevas ideas para que, a través de la colaboración conjunta, se encuentren los caminos para que la tecnología apoye los esfuerzos de aviación sustentable, moderna, eficiente y al alcance de todas las naciones.
Esto, que suena a las mil y una llamadas a enfocar esfuerzos en favor de objetivos loables, pero poco realistas en cualquier otro sector (la paz, el desarme, la ecología, el combate al crimen organizado y el narcotráfico, etc.), incluye una gran diferencia: el sector transporte aéreo sí hace acuerdos, sí los mide, sí los cumple y si no los cumple al cien por ciento, lo reconoce y refuerza sus programas para lograr sus objetivos.
Además, y hay que decirlo claramente, la OACI se apoya en sus principios de real y efectiva reciprocidad en los intercambios de derechos de tráfico, por ejemplo, pero también en iniciativas que son congruentes con ello, como “Ningún país se quede atrás”, programa que inició durante la presidencia de ese organismo, del mexicano Roberto Kobeh González, y que en resumen, pone todas las herramientas de la tecnología, los procesos, la cooperación multilateral, el financiamiento y demás, a disposición de todos los países que requieren apoyo para ir mejorando su aviación.
De esta forma, la reunión de fines de mayo será para abrir los temas más importantes y que suponen un reto para la aviación en los siguientes años. Entre ellos, el aporte de carbono (CO2) de los aviones, donde la meta es llegar al cero neto en 2050, lo que supone un camino de transición para utilizar primero combustibles sustentables (reciclados, principalmente y de muy bajas emisiones) y después, los nuevos propulsores de aeronaves (la electricidad, el hidrógeno) que, se supone, deberían ser la norma en el 2050.
Pero hay, además, muchos retos que tienen que ver con otros temas. La innovación que se está experimentando en estos momentos en el sector, no tiene precedente. No es sólo el tema de la propulsión, sino la nueva movilidad urbana que obliga a repensar el vehículo aéreo para uso, ya sea individual o de cupo limitado, pero que logre interactuar en las ciudades con los drones y, desde luego, con otros equipos aéreos de forma segura y eficiente.
Hay también reto en el asunto de la tecnología y su interacción con los seres humanos, los objetivos de inclusión femenina y de minorías, la capacitación técnico aeronáutica, la seguridad y la experiencia del pasajero que, hoy en día, es uno de los grandes retos que hay por delante.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio. E-mail: [email protected]
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