A pesar de las previsiones optimistas para el 2018 que la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) hizo a principios de diciembre pasado, hay algunos indicios de que las cosas podrían ser menos favorables de lo planeado. A esto se aúnan previsiones muy optimistas para la aviación estadounidense pero que podrían presionar a nuestras aerolíneas.
En primer lugar, la IATA estimó que en el 2018 el precio del crudo de referencia (el Brent) se cotizaría en 60 dólares promedio por barril. Pero según afirma la consultora de aviación CAPA, este costo se situará en 70 dólares por barril promedio. Ya en diciembre 26 el precio alcanzó los 67 dólares por barril y aunque fue producto de los accidentes en oleoductos de Libia, la situación del medio oriente se prevé mucho más inestable que en los pasados diez años, lo que puede provocar que el precio del crudo se vaya más allá de lo pronosticado.
No es ningún secreto que el precio del crudo es, quizás, el insumo más importante en la estructura de costos de las aerolíneas y, de acuerdo a esta consultora, es en los 80 dólares por barril el límite en el que las aerolíneas comienzan a hacer ajustes y decidir drásticos ahorros y restricciones.
Al margen de ello, las distorsiones y peculiaridades de la industria aérea, que la hacen única a nivel global, impiden los ajustes competitivos que cualquier otra industria logra e incluso sus ciclos económicos son diversos. Mientras una industria como la del acero se rige por ciclos muy predecibles y –al tratarse de un mercado global más o menos liberalizado- es posible ajustar sus crecimientos con base en oferta y demanda.
El caso de la aviación es muy diferente por el régimen que sigue manteniendo a nivel global, a través de convenios bilaterales y con fuertes intereses gubernamentales que en cada país toman diversos derroteros, pero que al fin mantienen a los servicios de transporte aéreo fuera de los cánones generales (de ahí que las ideas de instituciones como la Cofece en México no se ajusten a la realidad de la industria).
En este sentido, tenemos hoy en día elementos nuevos que han impulsado el incremento del tráfico aéreo. El crecimiento inédito del mercado chino y de las aerolíneas de ese país en su tráfico internacional; la aparición del fenómeno bajo costo/ radio amplio también está creando una especie de burbuja que no parece tener un horizonte para desinflarse dramáticamente, pero que sí puede ser presionada por el alza en los precios del combustible y eventualmente, el incremento de los precios de los boletos.
En fin, que deberemos estar atentos a los acontecimientos a nivel global. En el ámbito nacional, sin embargo, no podemos ignorar otros fenómenos que están presionando a toda la economía mexicana.
Además del tema electoral que siempre crea incertidumbre, pero que ahora parece ser un poco más delicado por la amenaza plausible de cancelar el nuevo aeropuerto, puede distorsionar mucho el mercado.
Pero no olvidemos otro elemento: la reforma fiscal de Trump que ayudará a que las aerolíneas estadounidenses tengan más ganancias por los viajes de negocios y se prevé que los ingresos de las empresas se incrementen y ello estimule aún más el uso del aerotransporte. Según Bank of America las expectativas de las aerolíneas han mejorado mucho, tanto que en las últimas semanas los precios de las acciones de American, United y Delta se han incrementado sensiblemente. ¿Qué haremos en México? Esta es una de las incógnitas que se habrán de despejar en los próximos seis meses.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio. E-mail: [email protected]; twitter: @charoaviles
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