Los sismos del 7 y 19 de septiembre que acabamos de vivir, donde por cierto salió a relucir la capacidad de respuesta que tienen nuestras instituciones en el medio de la aviación, ocultaron, sin embargo, una tragedia que enluta a nuestra industria y que tiene que ver con la esperanza del país: los estudiantes y las escuelas de aviación.
Antes que nada, conviene hacer un reconocimiento a quienes inmediatamente después del sismo hicieron su trabajo con una disciplina que habla muy bien de los protocolos de seguridad en el aeropuerto, incluido el traslado de los controladores y técnicos a la torre de la T2 y el regreso a la torre principal para estar completamente seguros de que no había ningún riesgo en los edificios.
Pero volvamos al tema que nos ocupa: El día 1 de septiembre el estudiante Jesús Fernando Rivera, de 20 años, y su instructor de vuelo, Hugo Acuña, de 21, hicieron la ruta Acapulco-Zihuatanejo y regreso en un Cessna 152, matrícula XB-MZN. Justo media hora antes de llegar a Acapulco se les presentó clima adverso, al punto de declararse en emergencia. A partir de entonces se perdió su señal en el radar y no volvieron a tener comunicación… la aeronave se perdió y es hora que no se han encontrado ni la avioneta ni los ocupantes, ni siquiera los restos de ellos.
La Escuela de Aviación México es la propietaria de este aparato y el instructor era parte de su cuerpo docente. Por desgracia, la escuela no ha tenido una respuesta a la altura de las circunstancias e inapropiadamente sus representantes le han pedido a una familia desesperada, que no acuda ni a los medios de comunicación ni a las redes sociales para dar aviso de estos hechos.
Hay que mencionar que tanto el director de Protección Civil de Acapulco como la Secretaría de Marina han sido sensibles a esta situación, movilizando hasta donde les fue posible a sus fuerzas de búsqueda, pero desafortunadamente sin resultados.
Hay indicios de que la Escuela no las tiene todas consigo. Un video que ha circulado en redes donde supuestamente se ve el tablero de la misma avioneta Cessna que desapareció, muestra el horizonte artificial dando vueltas por falla en pleno vuelo. Éste es uno de los instrumentos clave pues indica la actitud de vuelo y la posibilidad de que hubiese una falla de este tipo incrementa el sufrimiento de los familiares del alumno.
Por ello, conviene que se hagan las investigaciones pertinentes y que la autoridad aeronáutica se involucre de lleno en este asunto para deslindar responsabilidades.
Desde junio pasado, directivos del Colegio de Pilotos Aviadores llamaron la atención respecto a la necesidad de intervenir en las instituciones docentes de aviación pues, según Ángel Domínguez, del cuerpo directivo del CPAM, apenas entre el 20 y 25 por ciento de las escuelas de aviación del país cuentan con los estándares óptimos que marca el reglamento de educación técnica aeronáutica.
Tradicionalmente la Escuela México ha sido reconocida, pero es indispensable que sus directivos no se desentiendan de este caso pues con ello se ponen en entredicho su prestigio. Asimismo, tanto la Secretaría de Educación Pública como la Dirección de Aeronáutica Civil deben intervenir para investigar el asunto.
Hay un padre de familia que ha estado buscando el apoyo de todos estos agentes involucrados y que debe ser atendido. En medio de la tragedia de los sismos que enluta a tantos hogares, también tenemos que seguir velando por la seguridad en la aviación. Es indispensable que atiendan este caso.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
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