Hace un par de años fue nombrado Melvin Cintrón como Jefe de la Oficina Regional de Norteamérica, de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Lo primero que hizo fue estructurar un programa que permita hacer realidad la iniciativa “Ningún país se quede atrás”, con el que la máxima instancia regulatoria del sector aéreo internacional pretende homologar normatividades, avance en infraestructura y desarrollo del transporte aéreo en cada uno de los 191 países contratantes.
Desde luego que el reto no es fácil. La aviación de un país muestra en muchos sentidos su propio nivel de desarrollo económico y social y por lo mismo existe una enorme desigualdad entre naciones y continentes.
De hecho, ha sido notable el esfuerzo de la OACI por buscar un equilibrio donde todos estén representados y al mismo tiempo los países ricos hagan un esfuerzo por ayudar a los que tienen menos posibilidades.
Esta labor fue llevada a cabo con mucho éxito por Roberto Kobeh González, el ingeniero mexicano que presidió el Consejo de OACI durante siete años y cuya línea ha seguido el nigeriano Olumuyigua Benard Aliu.
Para nuestra región, que para efectos de OACI comprende desde Canadá hasta Centroamérica e incluye varias islas caribeñas, esta iniciativa ha implicado un esfuerzo enorme tanto por las disparidades como por el hecho de que muchas de las decisiones técnicas dependen de las políticas.
Y no creamos que eso sólo sucede en México o en Barbados. En Estados Unidos, Trump anunciará esta mañana más recursos para el rubro de defensa que los analistas interpretan como recortes a presupuestos como los del Departamento del Transporte (DOT) y de la Agencia Federal de Aviación, en donde ha prometido “hacer más con menos”.
Al margen de esa República Bananera que le ha nacido a Estados Unidos del fondo de su corazón, lo cierto es que la región necesita homologar muchas prácticas y alcanzar niveles de cumplimiento de los diferentes indicadores de excelencia de al menos 80 por ciento. Es decir: ¡se trata de homologar para arriba, no para abajo!
Y precisamente ese es el gran reto de Cintrón, un dominicano que ha hecho una carrera muy consistente en el ramo aéreo. Lo primero que hizo en OACI fue un diagnóstico completo de la región y, apoyando a las dependencias de cada país, una ruta de cómo avanzar para mejorar sus indicadores.
Se trata de una estrategia de cuatro fases, que comprende desde el compromiso de adoptar las políticas necesarias para que se dé el cambio, identificar los temas más importantes y jerarquizar las actividades, establecer un plan de acción y finalmente instituir los nuevos esquemas y darles seguimiento.
Justo en el año en que OACI cumple 60 de existir en la región, el impulso a esta iniciativa parece más pertinente. La aviación no es sólo una forma de conectarnos con el mundo, es una manera inteligente de hacer negocios y atraer divisas a través del turismo y el comercio. Para darnos una idea, por cada visitante que llega por aire se crean cinco empleos y ser conscientes de ello nos ayuda a enfocarnos en mejorar el sector.
En un momento en que parece tambalearse la aceptación del término “globalización”, el transporte aéreo, la más global de todas las industrias, puede demostrar las bondades de hacerlo bien. Pero ello implica iniciativas como la de “ningún país se quede atrás” que bien podrían adoptar el Banco Mundial y el FMI, trabajando por lograr un equilibrio con el apoyo de los países fuertes. Lo contrario está provocando los excesos de proteccionismo que ahora nos alarman.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
E-mail: [email protected] ; Twitter: @charoaviles.
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